La Herejía de Horus es probablemente el mayor filón de todo el trasfondo de Warhammer 40k. El Emperador de la humanidad logra poner fin a la oscura Era de los Conflictos encabezando una cruzada que unificará todos los mundos de la galaxia bajo una misma bandera. Culturas humanas y alienígenas, religiones, cultos de toda índole, mutantes y psíquicos, habrán de sucumbir para garantizar la imposición de la Verdad secular que promueve el Imperio. Sus paladines serán las legiones astartes, formadas por guerreros genéticamente modificados con el ADN de sus propios hijos. Su predilecto, el primarca Horus, recibe el honor de ser nombrado Señor de la Guerra y ponerse al frente de la Gran Cruzada cuando el Emperador se retira a su palacio de Terra a investigar los impenetrables misterios del inmaterium. Pero las semillas de la sedición afloran entre los elegidos, alimentadas por los nuevos poderes que van entrando en escena y recuerdan tanto a la hechicería que rechazan los iteradores en un sinfín de planetas. Legiones enteras levantarán las armas contra sus propios hermanos desencadenando una guerra civil entre las estrellas de proporciones colosales.
Si el único rasgo que estos astartes tienen en común con nosotros, los meros mortales, es su lealtad mutua, uno se atrevería a preguntar, ¿si la perdieran, en qué se convertirían?
Cuando me enteré de que iban a escribir una larga saga de novelas cubriendo los fragmentarios episodios de la Herejía no pude evitar echarme a temblar, pero la verdad es que el primer volumen me dejó una sensación prometedora: no describirían una mera secuencia de mamporrazos entre personajes planos, ni una serie de batallas penosamente engarzadas en un argumento terrible. Aunque a mi parecer la calidad del segundo volumen decae respecto al primero, he de reconocer que aborda un momento muy delicado de la trama; relatar la conversión de Horus de manera que satisfaga todas las expectativas es algo impracticable. Sin embargo, fue el tercer volumen el que dio un golpe demoledor a todas las promesas e hizo que abandonara la saga hace ya más de tres años.
James Swallow ha logrado interesarme de nuevo con su cuarta entrega de la saga, recuperando parte del ímpetu inicial. La huida de la Eisenstein relata algunos de los hechos que se narran en el tercer volumen, vividos desde la perspectiva del capitán Nathaniel Garro de la Guardia de la Muerte. Obligado a permanecer confinado en una fragata, contempla desde una órbita superior de Istvaan III el bombardeo vírico sobre sus hermanos de batalla en el planeta y emprende una huida desesperada en un intento de advertir a Terra de la traición que acaba de presenciar de primera mano.
En ciertos aspectos sois como los jóvenes alocados que ansían encontrar su lugar, una fraternidad, pero también os enfrentáis unos a otros en rivalidades estúpidas. Al igual que todos los humanos, os esforzáis por escapar de la sombra de vuestro padre, pero también deseáis que se sienta orgulloso de vosotros. A veces me pregunto qué os pasaría, muchachos valientes y nobles, si no tuvierais guerras que librar.
Pero eso, como todos sabemos, no llegará a ocurrir: en la lúgubre oscuridad de un futuro lejano sólo hay guerra.
1 comentario:
Yo recientemente terminé Horus Rising, y ya comenzaré False Gods, espero que la calidad no baje tanto como dices, Horus Rising me gustó mucho :)
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