domingo, febrero 12, 2012

¿Y por qué la ciencia ficción?

Cedo sin más la palabra a Fernando Ángel Moreno:

¿Y por qué la ciencia ficción?
Emplearé dos anécdotas para responder a esta pregunta.
Algunas de las palabras más hermosas que se han expresado fueron pronunciadas por un físico. En cierta ocasión, Carl Sagan explicando el origen del Universo metió las manos en los bolsillos –presentaba la serie de televisión Cosmos- y con una sonrisa nos dijo:

"Estamos hechos de polvo de estrellas."

Podría haberlo explicado refiriéndose a los elementos que se crean en las estrellas con las reacciones nucleares o a que toda la materia de los planetas proviene de explosiones de supernovas…
Pero no, no quiso explicarlo así: "Toda la materia del Universo tiene el mismo origen".
Por el contrario, dijo: "Estamos hechos de polvo de estrellas".
¡Pero habría significado exactamente lo mismo!
¿O no?
La segunda anécdota se basa en una de esas tontas bromas de adolescentes y de aquellas absurdas discusiones de “ciencias” contra “letras”.
En una ocasión le comenté a mi buen amigo Mario Castro, hoy todo un doctor en física teórica y profesor universitario, un tonto y viejo chiste contra la gente de su entorno: "¿Sabías, Mario, que para un científico las cataratas Victoria, el océano Atlántico, el rocío de la mañana sobre la hoja y una lágrima son lo mismo: H2O?" Y él, muy feliz por brindarle tan magnífica oportunidad para fastidiarme, respondió:
-Cierto. ¿No es maravilloso?
Aunque no lo parezca, ninguna de las dos anécdotas trata sobre la ciencia. Tratan sobre la manera de mirar la realidad, sobre esa manera que llevó –según cuenta la leyenda- a exclamar a Galileo: "Y, sin embargo, mira tú, se mueve". Es la idea que, nos guste o no, por muy relativistas que nos pongamos, por mucho que hablemos de la falsedad de nuestras percepciones, por mucho que alucinemos con los textos de Feyerabend o Lyotard en contra del pensamiento o del método científicos, lo cierto es que si nos arrojamos desde un rascacielos nos espachurramos contra el suelo. Podemos hablar de opiniones, de interpretaciones, de “las muchas realidades”, pero no volamos por nosotros mismos. Es decir, la realidad queda por encima de nuestras apetencias, de nuestras emociones, de nuestros sueños y, ante todo, de nuestra necesidad de darle sentido a la existencia.
Hay una realidad, aunque cada uno la entendamos como nos venga en gana (o como le venga en gana a nuestro subconsciente, vaya).
También comentaba Feynman que la física moderna –podemos aplicarlo a la realidad- es difícil de entender porque nos empeñamos en reducir la realidad a términos de lógica humana y que, para bien o para mal, la realidad no tiene nada que ver con eso: hay que aprender a aceptarla como es, por muy caprichosa y malcriada que nos parezca.
En fin… Existe toda una literatura, un género repleto de muchos subgéneros pequeñitos, enormes, raros, espectaculares, íntimos, de todo tipo; una experiencia estética que basa su funcionamiento –y el efecto que crea- en esta manera de observar la realidad.
Esa literatura es la literatura de ciencia ficción.
Las dos anécdotas que he compartido aquí me han servido durante años para entender el mundo de la ciencia, es cierto, tan parecido al de la literatura, pero me sirven ahora ante todo para entender cómo lo científico (esa manera de mirar), lo literario y lo humano son tres facetas de una misma idea en esta extraña ciencia ficción.
Y me han servido para entender, ¿quién lo iba a decir?, la singularidad de lo poético.

Teoría de la Literatura de Ciencia Ficción. Poética y retórica de lo prospectivo. Fernando Ángel Moreno.

2 comentarios:

Laura dijo...

cabo de ver esto y me acordé de ti: http://arablit.wordpress.com/2012/02/13/science-fiction-in-egypt/
Abrazos!

Leralion dijo...

¡Qué interesante, Laura! Siempre se agradecen los títulos concebidos fuera de la corriente anglosajona, encuentras muchas cosas poco conocidas que merecen la pena; aunque dar con traducciones ya sea otra historia...