Damas y caballeros, ya está aquí la entrada más esperada del año (y paradójicamente también la primera). Con todos ustedes… las lecturas de 2011. Como siempre, he colocado un poco de todo sobre la mesa, aunque el cóctel viene en esta ocasión aderezado con un toque poético que espero que siente precedente. Como siempre también, me gustaría dejar claro desde ya que toda opinión que se emita a continuación es estrictamente personal, y como tal subjetiva y condicionada por los innumerables prejuicios que tanto me ha costado consolidar a lo largo de los años. Sin más, entramos en harina.
Sputnik, mi amor, de Haruki Murakami, encabeza la lista de novelas (lleva un orden cronológico). Me ha parecido un libro mágico, propicio para alejarse del mundo con una sonrisa no del todo feliz.
Sobre Estrella roja, de Alexander Bogdánov, ya me explayé hace meses; un clásico de la distopía comunista.
Otro clásico –clásico entre los clásicos- lo siguió: el angustioso, elegante, contenido, nostálgico Drácula, de Bram Stoker.
Del brutal Houellebercq -tan seductor como siempre quien canta desde la miseria-, Ampliación del campo de batalla; interesante parada en la que saborear un cigarrillo de cara al vacío.
Tras un breve parón, retomé mis lecturas de ciencia ficción con La invasión divina; delirante obra de Phillip K. Dick que ofrece una revitalización del mito de la salvación. No es de risa, pero sí divertida.
Tintes colonialistas desde el nuevo continente, el encantador Desayuno en Tiffany’s, de Truman Capote. Te arrobará su protagonista.
La novela de ciencia ficción de Rosa Montero, Lágrimas en la lluvia, me tuvo enganchado durante un puñado de días. Confieso que me leí más de trescientas páginas durante las primeras veinticuatro horas. Tremendamente adictiva, seduce con una combinación de intriga, acción, reflexión y, sobre todo, una obsesión por la muerte (o por la vida, según se mire) compartida a su manera por diferentes personajes. Aunque para mí le sobre una pizca de benevolencia, se trata de una obra fantástica y cien por cien recomendable.
Explorando autores españoles me encontré con Sombras en Titán, de José Antonio Suárez. Tiene buenas ideas, pero hace uso de un estilo precipitado, demasiado directo para mi gusto. Husmeando por la red he visto que se habla mejor de otros de sus títulos.
Descubrí a Amèlie Nothomb con Estupor y temblores, una novela corta de carácter autobiográfico que utiliza la ironía como lenguaje de la crueldad en un contexto de choque cultural.
La cuarta entrega de la saga La Herejía de Horus de Warhammer 40K, lleva por título La huida de la Eisenstein y nos lo trae James Swallow. Ya he comentado sobre ella, a mi parecer supera con creces la entrega anterior.
La nueva expresión de la ciencia ficción ecologista tiene por título La chica mecánica y llega de la mano de Paolo Bacigalupi. Se trata de una oscura trama político-económica que involucra a seres de distinta naturaleza.
Me aventuré con Javier Marías, leyendo Mañana en la batalla piensa en mí; una novela muy lenta y reiterativa que, pese a todo, no consiguió despegarme del papel hasta el mismo final.
También probé con Almudena Grandes y Te llamaré viernes, aunque con algo menos de suerte. Es una novela con todos los ingredientes de una historia contemporánea: personajes inadaptados que buscan huir de la soledad, un pasado por desvelar y cierto toque de magia en los acontecimientos; pero por algún motivo que desconozco no consiguió conmoverme.
Esperó durante años en el armario, pero fueron otras razones las que me empujaron a leer El nombre de la rosa, de Umberto Eco. No necesita presentación; excelentísima novela histórica con tintes de suspense y alma de clásico. Indispensable.
Ya he hablado en este blog de Lágrimas de luz, la novela de ciencia ficción de Rafael Marín. Compone una distopía futurista combinando la sensiblería más rozagante con los aspectos más crudos de los acontecimientos. Bastante recomendable para los amantes del género.
En la novela Cronopaisaje, de Gregory Benford, se hace un tratamiento original y más realista del viaje en el tiempo; ¿deformación profesional?, destaca la exactitud con la que humaniza el día a día de los científicos.
Tuve también la oportunidad de disfrutar de un ejemplar del segundo libro de relatos editado por Tres Rosas Amarillas, un volumen muy cuidado que recoge tres obras que parecen salidas de la niebla; sus autores: María José Codes, Pablo Lobo y Magdalena Tirado.
André Gide desdibuja los límites de la libertad en El inmoralista, una novela con tintes autobiográficos que llama la atención por la introspección decadente de su personaje. Me ha gustado mucho; lo mejor, sin duda, los diálogos con Oscar Wil… digo, con Ménalque.
Y, para rematar, La bomba increíble, una novela de ciencia ficción del poeta del 27 Pedro Salinas. Se trata de una historia apocalíptica en clave simbólica; buenísima, y muy bien escrita.
Del perezoso despertar de mi interés por la poesía, son varios los culpables. Empezaré incriminando a mi amigo Pablo Lobo; pero no será el único. Saboreé por mi cuenta y riesgo –un riesgo que merece mucho la pena correr- Cuaderno de Nueva York de José Hierro. Alba Pascual también se lleva su parte con sus Coordenadas del frío. Y quisieron las circunstancias ponerme en el medio y que descubriera a otros dos poetas geniales: Laura Casielles, con Los idiomas comunes; y José María Gómez Valero, con Los augurios.
Entre los libros que me ha tocado leer este año para preparar algunas asignaturas de Antropología se encuentra Las mujeres samis del reno, un ensayo de Solveig Joks que pretende analizar la situación económica y social de la mujer en el sector, resaltando su falta de visibilidad y representación en las instituciones.
En La lógica de la investigación etnográfica, de Honorio Velasco y Ángel Díaz de Rada, pude leer nociones básicas a tener en cuenta a la hora de producir textos etnográficos. Proporciona una visión muy general del alcance del problema y las diferentes estrategias que se adoptan tanto a la hora de plantear inicialmente la investigación, como para lograr el acceso a la información durante el trabajo de campo, registrarla convenientemente o la composición del texto final; así como un vistazo a los diferentes conflictos socioculturales y éticos con los que suelen encontrarse los investigadores.
El libro Etnografía, de Martyn Hammersley y Paul Atkinson, actúa de alguna forma como complemento del anterior, aunque puede leerse independientemente de aquél.
Si lo que quieres es ponerte al día con la evolución biológica del ser humano, Senderos de la evolución humana, de Camilo José Cela Conde y Francisco J. Ayala, es tu libro. Proporciona una descripción detallada de los yacimientos más importantes y los dilemas que plantea la taxonomía.
Eugenia Ramírez Goicoechea defiende una línea que se aleja del reduccionismo genético en Evolución, cultura y complejidad. Introduce algunos conceptos interesantes, como la noción de autopoiesis o de complejidad; y también da nociones sobre la crítica de Richard Lewontin al adaptacionismo y sobre los programas evo-devo. En el libro se utiliza un lenguaje muy farragoso, pero ofrece –independientemente de su aplicación biológica- un nuevo enfoque para abordar problemas de toda índole.
La Introducción histórica a la Antropología del Parentesco, de Juan Aranzadi Martínez, proporciona las nociones básicas para la comprensión de textos de esta rama de la disciplina. Tiene que interesarte mucho el estudio del parentesco, es un poco denso; pero se entiende bien. Es muy curioso ver cómo el etnocentrismo y la ideología de la época se apoderan especialmente de los primeros planteamientos en torno a la familia nuclear formada por padre, madre e hijos. El estructuralismo de Lévi-Strauss llama mucho la atención por su ambición conceptual y también resulta particularmente interesante un capítulo dedicado al parentesco biológico, donde se abordan cuestiones referentes a sexualidad y a las nuevas configuraciones de familias propiciadas por la adopción, la subrogación o las técnicas de reproducción asistida.
Robert Parkin y Linda Stone compilan en Antropología del parentesco y de la familia una serie de textos de diferentes autores y épocas, que pretenden tocar la mayor parte de los temas tratados en la introducción.
El ayer y el hoy: Lecturas de antropología política. Volumen I. Hacia el futuro. Bajo este título se esconde una compilación de Aurora Marquina Espinosa de textos que resaltan diferentes aspectos estudiados en Antropología Política. Muy variado: desde ensayos sobre clasificación de las diferentes estructuras políticas en África, hasta ejemplos concretos de conflictos étnicos o nacionales, escritos humanísticos o críticas a la concepción de la globalización como fase insólita y revolucionaria en la evolución de la organización social.
Casi no me ha quedado tiempo para la divulgación: un libro de Stephen W. Hawking, La teoría del todo, que parece ser un refrito de todos los demás; La cultura norteamericana contemporánea, un interesantísimo ensayo de Marvin Harris que pretende explicar la situación de crisis económica de la sociedad estadounidense de los años ochenta; un libro sobre Marte -sus referencias a lo largo de la historia, sus primeras observaciones, los canales, las misiones espaciales, la ciencia que hay detrás de cada descubrimiento, hasta su repercusión en el cine y la literatura-, Marte y vida: ciencia y ficción, de Bartolo L. Luque y Álvaro Márquez; y Genes, pueblos y lenguas, de Luigi Luca Cavalli-Sforza, el libro de divulgación de la genética de poblaciones y donde se suministra una interpretación cronológica acerca de la difusión del Homo Sapiens por los diferentes continentes.
3 comentarios:
Lo malo de Sputnik mi amor es que es cortito y no se recrea tanto como molaría en esos giros WTF tan murakamianos, pero es mejor que cualquier libro de antropología del parentesco, con sus patrones esquimales y sus residencias avunculocales. Si ya necesito un dibujo para entender lo que es un cuñao...
Yo ésos no los conozco :(
Pero voy a hacer mi aportación, sin que nadie me la pida, que es "El puente invisible", para los que les guste la novela histórica (a mí me gusta porque aprendes historia de una forma diferente ^^)
Y ya puestos, feliz 2012! :)
Un besote
P.
brujuladechocolates.blogspot.com
Yo he leído todos los libros de Almudena Grandes y te recomendaría, para ir empezando, "Castillos de cartón" y "El corazón helado".
"Mañana en la batalla piensa en mí" lo leí justo hace un año, y al igual que a ti, me dejó que ni fu ni fa.
Lo mejor de todo ha sido Murakami, ese nunca defrauda, es de mis favoritos.
Me apunto varios de los libros de los que hablas para mis próximas lecturas ;)
Un beso y feliz año nuevo!
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