En esta ocasión la entrada de recopilación no será un duplicado descarado del blog de Dors sino del de Carolina (y a los hechos me remito, ya me enviaréis el importe de la multa…). Ha sido un año movido en muchos sentidos. En 2010 cogí veintidós aviones y crucé las fronteras de ocho países diferentes. Pero no voy a hacer un balance del año, hablaré simplemente de los libros que se han cruzado en mi camino.
Empezaré por los libros que he leído para preparar diversos temas de Antropología Social:
Historia de la Antropología. Teorías, praxis y lugares de estudio, de Ubaldo Martínez Veiga: Es una buena introducción al panorama antropológico. Sigue un estilo pedagógico y sencillo, repasa el curso de diversas escuelas y comenta, sin abusar del recurso, alguna que otra curiosidad.
Hablar y pensar, tareas culturales. Temas de Antropología Lingüística y Antropología Cognitiva, de Honorio M. Velasco Maillo: Recoge las bases de las ideas que circulan sobre la emergencia del lenguaje en el ser humano y aborda algunos de los fundamentos de Antropología Cognitiva, como el análisis de esquemas y modelos culturales.
Cuerpo y espacio. Símbolos y metáforas, representación y expresividad en las culturas, de Honorio M. Velasco Maillo: Disfruté mucho con este libro (si olvidamos el atracón de última hora en la víspera del examen). Introduce al lector en la Antropología Simbólica mostrándole cómo los humanos nos relacionamos con nuestro entorno y cómo las relaciones sociales impregnan toda nuestra realidad, arraigando irreversiblemente su expresión en nuestro cuerpo en forma de peinados, tatuajes, escarificaciones, estados alterados de conciencia, etc.; y en nuestra cultura, disfrazadas de etno-teorías de procreación y diversas concepciones del espacio, del paisaje y de la distribución del territorio.
Estratificación social y desigualdad, de Harold R. Kerbo: Un libro muy interesante que analiza la evolución de los sistemas de estratificación y las desigualdades de renta y de riqueza que acarrean, a nivel global y en casos particulares e ilustradores, que involucran diferentes modelos económico-sociales, como los Estados Unidos, Japón y Alemania.
Historia de la Ciencia, de Javier Ordóñez, Víctor Navarro y José Manuel Sánchez Ron: Ofrece de manera concisa un panorama del largo (o breve, según se mire) camino recorrido por la Ciencia, mostrando los distintos avatares, casualidades y curiosidades que han moldeado su rumbo y diversificación. El tercer autor me gusta particularmente, me gusta su estilo a la hora de escribir y el enfoque relacional que intenta dar a todos los puntos.
Algunos libros técnicos o de divulgación leídos por voluntad propia:
Nuestra hora final, de Martin Rees: Presenta diferentes escenarios y valoraciones sobre los riesgos de los nuevos avances científico-técnicos, concentrando el foco de preocupaciones sobre la ingeniería genética y la biotecnología, sin recurrir demasiado al sensacionalismo.
Los no lugares, de Marc Augé: Este libro me ha quitado la venda de los ojos y me ha hecho ver el trabajo que ahorran los libros de la editorial UNED a la hora de hacer inteligibles muchas de las ideas que se ocultan tras páginas y páginas de textos farragosos. A pesar de todo, aporta una visión muy interesante de la sociedad en la que vivimos, caracterizada por lo que el autor se ha empeñado en llamar sobremodernidad.
¿Qué significa todo eso?, de Richard Feynman: No es un libro científico sino un compendio de una serie de seminarios acerca de preocupaciones sociales de la época, de la función de la ciencia en la sociedad, de su posición con respecto a la religión, de responsabilidades gubernamentales y de la Guerra Fría. Todo ello matizado por el carisma y la brillantez que han llevado a Feynman a lo más alto.
El cerebro femenino, de Louann Brizendine: Es difícil tocar estos temas sin recaer en los tópicos o en la ideología de género imperante, y resulta mucho más peligroso cuando se esgrime la rigurosidad científica como justificación de cuanto pueda decirse. No obstante, afortunadamente lejos de ser un manual, el libro contiene varios apuntes interesantes de endocrinología (especialmente femenina) y curiosos contrastes entre los puntos de vista de hombres y mujeres.
Y, por fin, las novelas que tuve ocasión de leer durante el año pasado:
El marino que perdió la gracia del mar, de Yukio Mishima: Un libro delicioso; breve, bonito y desolador.
El libro del día del Juicio Final, de Connie Willis: Empieza muy bien y tenía todos los ingredientes necesarios para convertirse en un buen libro de ciencia ficción. Pero la narración se alarga innecesariamente con una trama demasiado estática.
Las partículas elementales, de Michel Houellebercq: Un libro tremendo y descorazonador. Me ha gustado mucho, aunque considero que en ciertos momentos alcanza una brutalidad extrema que roza lo gratuito.
Nosotros, de Evgueni Ivánovich Zamiátin: Una distopía rusa anterior a los clásicos archiconocidos como Un mundo feliz o Fahrenheit 451, del que ya he hablado aquí meses atrás.
Mararía, de Rafael Arozarena: Imprescindible novela del autor canario que refleja con toda claridad su condición de poeta. La autenticidad de sus personajes, su captación del entorno, hace que desees volar a Lanzarote y olvidarte del turismo; perderte en un pueblo como Femés y olvidarte del mundo entero.
El frío modifica la trayectoria de los peces, de Pierre Szalowski: Una decepción. Comienza muy bien, adoptando el punto de vista de un niño ante la inminente amenaza de separación de sus padres. Pero conforme vas pasando las páginas el libro se transforma entre tus manos, hasta obtener un folleto barato en el que no se ha escrito otra cosa que un guión para una película típica de la sección de cine familiar que ofrece cualquier cadena de televisión un sábado por la tarde.
El rumor del oleaje, de Yukio Mishima: Una tierna historia de amor sin mayores pretensiones (si es que caben mayores pretensiones).
Los propios dioses, de Isaac Asimov: Calificada en numerosas ocasiones como una de las mejores novelas de ciencia ficción del autor, no seré yo quien niegue su condición. Se trata en realidad de tres relatos interrelacionados, que absorben al lector desde el primer momento.
Mis recuerdos, de Rabindranath Tagore: Pinceladas de la vida del autor dispuestas con una apariencia casual bajo la que bulle un aluvión de sentimientos, experiencia y filosofía.
Carpe Diem, de Saul Below: Se trata básicamente de un personaje frustrado que decide hacer balance de su vida. No es un tema fascinante, pero lo cierto es que absorbe con una facilidad sorprendente. Me gusta cómo está escrito.
Contacto, de Carl Sagan: Otro clásico de la ciencia ficción en el que se reflejan todas las opiniones, preocupaciones y anhelos del autor en referencia a la posición y el efecto de la Ciencia en nuestras vidas y en nuestros esquemas ideológicos y morales, la importancia de la divulgación y la esperanza de ser encontrados y guiados algún día por un Caronte que reme hasta nuestra orilla en el océano cósmico. El día a día de los astrónomos está retratado con considerable precisión. Sagan sabía de lo que hablaba.
El nombre del mundo es bosque, de Úrsula K. Le Guin: Me ha encantado este libro. Retrata un escenario de choque cultural que configura un rechazo al etnocentrismo, a la xenofobia y a la incomprensión. También he hablado de él hace unos meses aquí.
El sueño de Galileo, de Kim Stanley Robinson: Un libro que nace con ingredientes estrambóticos y cuyos primeros pasos de la trama resultan ligeramente tambaleantes. Ni caso, Kim vuelve a lograr una novela extraordinaria que se ha de considerar (como ya resulta habitual) globalmente como un todo. Para muestra un click.
La soledad de los números primos, de Paolo Giordano: Es un libro muy tierno y bastante triste, que absorbe sin medida y conmueve a partes iguales.
Galápagos, de Kurt Vonnegut: No es, ni mucho menos, su mejor obra. Haciendo gala de su acidez característica, Vonnegut representa un escenario en el que el fin de los días de la humanidad tal y como la conocemos da paso a la deriva genética de una pequeña colonia que, al cabo de un millón de años, desemboca en unos seres muy diferentes, que han logrado deshacerse de las inconveniencias de un cerebro voluminoso. Crea sentimientos contradictorios, abundan la ironía y el darwinismo de medio pelo.
Espero que podáis sacar algo en limpio de todo este caos de impresiones.
11 comentarios:
A ver por dónde empiezo...
Lo primero, me apunto "Nosotros", creo que podría gustarme.
También tendré en cuenta tu opinión sobre el libro Szalowski... Muchas veces suelen decepcionarme libros porque los considero previsibles hasta la saciedad, así que por lo que dices, casi que aprovecho el tiempo con otra lectura...
De todos los que mencionas sólo he leído "La soledad de los números primos", del que me enganchó la personalidad e historia de Mattia.
Tienes razón, no coincidimos en lecturas... ya haremos un trueque de libros. ¡Saludos!
A mí también me sedujo la personalidad de Mattia... La novela "Nosotros" pasa muy desapercibida, puede que guarde relación con la censura de la que fue víctima en su propio país y el desagrado por los rusos del mundo "occidental". Es extraño que el propio George Orwell reconociera su influencia y, sin embargo, sea prácticamente desconocida si la comparamos con la distopía de éste último. Que yo sepa circulan ejemplares de la editorial Akal, aunque a veces no son fáciles de encontrar, si no la biblioteca... ¡o el trueque que propones!
Gracias por comentar.
Apunto a Mishima y Mararía. Me he resistido cuanto he podido a "La soledad de los números primos" pero al final tendré que leerlo. Culpa tuya.
Asumo toda la responsabilidad. :)
Como decíamos en el cole, lo de contar aviones me lo inventé yo.
Y tienes razón, Álvaro; lo que ocurre es que en el primer párrafo ya había suficientes nombres. :p
Me viene de lujo esta lista porque justamente estos días estaba buscando nuevos libros que leer. Tendré en cuenta tus recomendaciones... :)
Me alegro, Aida. Afortunadamente siempre habrá nuevos (y buenos) libros que leer. Muchos más de los que podamos leer.
Hola Leralion!
Hace tiempo que no charlamos/comento en el blog, pero que sepas que sigo leyendo todo.
Es normal que no haya sido una copia mia esta entrada, para empezar, tengo muy olvidado mi blog (aunque tengo varias cosas escritas a la mitad, ninguna la acabo...), y mis lecturas han sido más o menos pausadas en el 2010.
Me han parecido muy interesantes ¿Qué significa todo eso? , y veremos a ver si algún día de esto lo encuentro. Ahora mismo estoy con Marte verde (y cada vez que lo cojo recuerdo siempre al gran fan del libro ;) ), un día de estos a ver si te encuentro y te hago preguntillas, y hace poco me llego “Prelude to Foundation”, a ver si sigo perfeccionando mi inglés con lo que me gusta.
Ya hera hora que leyeras Los propios dioses, gran libro donde los haya, la segunda parte fue la que más me costó empezar y la que más me gustó, con un final mejor que el propio final del libro.
Bueno, te seguiré leyendo a ver si en alguna de tus numerosas entradas sigo encontrando libros que leer y relatillos interesantes para pasar el rato :) .
Un saludo!
PD: Hace poco hice poco regalé "La insoportable levedad del ser" y estoy enganchando a mi hermano de nuevo a la lectura con Milan Kundera :)
Me alegra leerte por aquí, Dors. Por momentos llegué a creer que habías abandonado el barco.
Prueba con Le Guin, creo que te gustaría.
Lo tendré en cuenta. Ya me lo he apuntado en mi lista, y será uno de los primeros libros que busque cuando me quede sin lectura :D .
Nunca dejaré el barco por completo, creo que estaba chapoteando un ratillo :-p .
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