Tras haber encontrado en Venus los primeros indicios de inteligencia extraterrestre, la humanidad descubre una estación con varios centenares de naves dentro de la órbita de Mercurio: Pórtico. Todas las evidencias señalan que los Heechee -nombre con el que han bautizado a estos misteriosos seres- abandonaron las instalaciones hace medio millón de años, dejando apenas un puñado de objetos. Una compañía creada para ese fin se encarga de gestionar la estación. Los prospectores arriesgan sus vidas tripulando las naves hacia lo desconocido en busca de objetos que puedan hacerlos millonarios.
La historia alterna episodios de sesiones psicoanalíticas de Robinette Broadhead junto a fragmentos de sus vivencias pasadas en Pórtico. Pohl ambienta la trama en un futuro próximo.
Durante los primeros capítulos tenía la sensación de estar leyendo una de tantas novelas de batallitas en el espacio. Pero, conforme te vas adentrando en la historia, descubres que no puedes soltar el libro. La curiosidad tras los Heechee, verdaderos protagonistas de la novela, es irresistible. Pero no por ello se descuida la profundidad de los personajes. Se van dejando caer muchas cosas que contribuyen a despertar el interés por el propio Rob y el argumento se va redondeando hasta confluir en un final crítico donde se cierra el círculo. También llama mucho la atención la habilidad para relatar las penurias del viaje espacial. Casi puedes sentirte dentro de la nave, respirando la atmósfera cargada, acusando la falta de espacio e intimidad y odiando a tus compañeros tras cincuenta días de confinamiento.
Pórtico es la primera novela de una tetralogía que gira en torno a los Heechee. Recibió en 1978 los premios Hugo, Nebula y John W. Campbell Memorial.
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