martes, marzo 22, 2011

En la dinámica entre el miedo y la inconsciencia.

Sólo supe que corría y corría, sin saber hacia donde dirigirse. Creí siempre que exageraba y tenía la sensación de que le gustaba que lo consolara; decía que se había convertido en un viejo y que yo era muy joven todavía, que aunque fuera toda una mujer había cosas que no podía comprender. Decía que sus piernas no paraban nunca mientras los referentes de aquéllos que le rodeaban se deslizaban en la frontera de lo real, hasta formar parte del conjunto etéreo que reinventaba de continuo su existencia. Disfruta dramatizando sus ideas, como en una de sus conferencias. Pero lo cierto es que esta bolsa de causas intocables nos empuja a todos mientras nos tambaleamos en el borde de un abismo insondable, sumergidos en la dinámica entre el miedo y la inconsciencia. La adversidad es un trago que se toma solo, pero que revuelve el ambiente hasta límites repulsivos. A su alrededor se levantaba un torbellino de bromazepam que me ocultaba de su vista; convertía a amigos en sombras difusas que observaban desde algún remoto rincón del pasado; vestía eternos rencores con ruinas de sonrisas, que no eran otra cosa sino despojos de rosas blancas en los bolsillos de los mejores trajes que se usaron en las fiestas en las que no nos dejaron estar. Lo cierto es que corrió y corrió, dejando atrás esa nube de insuficiencia y más allá de cualquier lugar donde, ni yo, ni tan siquiera mi amor más incondicional, pudieran seguirlo. Y desde que volvió -si es que realmente lo hizo-, no puedo dejar de recordar toda su cháchara sobre la inmortalidad de las ideas, de todas las causas, la obsesión por la irreversibilidad que me inculcó desde niña; ni de advertir una gran pérdida en su mirada de cuya naturaleza sólo comprenderé la amenaza de un afilado contorno. Tengo tantas cosas por hacer que quiero que vea que no puedo casi contenerme; porque, no dejará de tener razón, somos inmortales hasta la muerte.

10 comentarios:

Dors-seldon dijo...

Ooooh!
Jo! Sigues dándome envidia con tu forma de escribir... Jumm, deja un poco para los demás! :)

Además tienes la particular destreza de con cada nueva entrada tuya querer escribir una nueva en el mío. (je, como con los libros! )

Un abrazo!

Kementari dijo...

Ahora cambian las normas de conducta: un suceso nuevo, extraño, invencible, aparece en tu vida. No es un aviso sólo para el que lo padece.
Un abrazo.

Leralion dijo...

@Dors: Sería una buena política que nos retroalimentáramos con la motivación de escribir en nuestros blogs.

@K: Desde luego, es una situación
que vuelca los esquemas de preferencias.

Gracias a las dos.

Cristina dijo...

oh que bonito :D

Leralion dijo...

Me alegra que te guste, Cristina. :)

Jecholls dijo...

Muy bello ese final: "somos inmortales hasta la muerte".

; )

Leralion dijo...

@Jecholls: Y tan real que sólo llegamos a comprender la mitad de la frase... Gracias por comentar. :)

Sufur dijo...

Una persona que conozco, mayor que yo, dice que hacerse mayor es ser cada vez menos inconsciente y tener cada vez más miedo. Aunque deseo con todas mis fuerzas que se equivoque, sospecho que tiene razón...

Leralion dijo...

@Sufur: Por suerte siempre hay quien logra burlar con alguna treta al peor tipo de miedo; ése que termina por bloquear a las personas, cuando dejan de crear o no tienen razones para continuar hacia delante. Pese a que cambien los motivos, ya que hay un tiempo para cada cosa, lo importante es no dejar de proponerse metas, ni renunciar a la sopresa.

Gracias por comentar. :)

Desde mi realidad dijo...

Inmortales, pero mejor no nos despistamos, por si acaso... ;)