domingo, noviembre 14, 2010

El sueño de Galileo.

Si me dijeran que se ha publicado una nueva novela que tiene como protagonistas a Galileo Galilei, los viajes en el tiempo y los habitantes de las lunas de Júpiter en un futuro lejano, pensaría que contiene todos los elementos necesarios para ofrecer una lectura dantesca. Pero, si a continuación me entero de que su autor es Kim Stanley Robinson, no puedo hacer otra cosa que enfundar el estilete, tragarme mis prejuicios y pedirle con la boca pequeña al empleado de la librería más cercana un ejemplar.


La trama no supone gran cosa: el libro se resume en una idea ingeniosa, maravillosa, pero en ningún caso novedosa. Es siempre el conjunto lo que define las novelas de este autor. El sueño de Galileo es un canto a la razón, a la verdad; que se resume muy bien en una de sus últimas líneas: En todas las épocas a la gente le falta, sobre todo, valor. Kim ha elegido un momento crucial en la historia de Occidente, donde el valor resultó fundamental; pero nos recuerda a su vez la importancia de la perspectiva en cualquier época que vivamos. Porque, ¿cuántos de nosotros podríamos precisar el bando en el que militaríamos en la Roma de principios del siglo XVII? ¿Acaso daríamos la cara por un matemático loco que vende extravagantes celatones y brújulas militares que nadie sabe usar? ¿No parecería más razonable buscar la seguridad de las paredes milenarias del templo de la escuela peripatética? ¿No sería más probable que simpatizáramos con los jesuitas?

En realidad supone la biografía de Galileo más divertida que me pude haber encontrado. Fiel a los hechos históricos reseñables y provocativa en sus licencias, nos desgrana al personaje desde todos los ángulos posibles, presentándonos su tenacidad, sus miserias, sus ambiciones, sus miedos, su crueldad, su culpabilidad. Y he de decir que contiene una sublime versión del encuentro entre John Milton y Galileo Galilei.


Cuando a veces os sintáis raros, cuando notéis una punzada en el corazón u os parezca que un momento ya ha sucedido, o cuando levantéis la mirada hacia el cielo y, sorprendidos por la aparición del brillante Júpiter entre las nubes, todo os parezca de repente revestido de una inmensa importancia, pensad que, tal vez, otra persona, en alguna otra parte, esté entrelazada con vosotros en el tiempo, tratando de ejercer un poco de presión sobre la situación, un poco de ayuda para mejorar las cosas. ¡Entonces, pegad el hombro a la rueda más cercana, al momento que estéis viviendo, y empujad también! ¡Empujad como Galileo!

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Estaba buscando otra cosa en google y di con tu web.Por cierto muy buenos articulos

Cristina dijo...

este fue el libro que me gustó!!
jajaja

Leralion dijo...

Como sospechábamos, jeje. Pues si quieres un día te lo dejo, que lo tengo en Oviedo.