sábado, junio 14, 2008

Ensayo sobre la ceguera.

Le dices a un ciego, Estás libre, le abres la puerta que lo separaba del mundo, Vete, estás libre, volvemos a decirle, y no se va, se queda allí parado en medio de la calle, él y los otros, están asustados, no saben adónde ir, y es que no hay comparación entre vivir en un laberinto racional, como es, por definición, un manicomio, y aventurarse, sin mano de guía ni traílla de perro, en el laberinto enloquecido de la ciudad, donde de nada va a servir la memoria, pues sólo será capaz de mostrar la imagen de los lugares y no los caminos para llegar.


Una ceguera contagiosa asola a la humanidad. Una ceguera blanca, un mar de leche impenetrable. La novela se centrará en un grupo de personas afectadas en la primera fase de la epidemia, encerradas en cuarentena. Esta angustiosa –y parabólica- imagen nos guiará por los soterrados conductos de la naturaleza humana, un experimento en el que el autor somete a situaciones límite a sus personajes y se sienta a contemplar en qué se convierten.

José Saramago da un toque personal a la narración. Se sirve de oraciones muy largas, con muchas –muchísimas- comas, permitiéndose a menudo la licencia de escribir la palabra que las sigue en mayúscula si se refiere a algo dicho por algún personaje. Prescinde totalmente de la estructura habitual de diálogo, omitiendo los guiones y el estilo directo. Y curiosamente no utiliza ningún nombre propio a lo largo de toda la novela. Todo contribuye a un estilo reflexivo, desmenuza las diversas motivaciones, como si cada impresión saliera directamente de alguien que hubiera presenciado el drama, quitándole importancia a las palabras exactas, quizá por haberlas olvidado, y excusando algunas decisiones.

A medida que lees experimentas la angustia, el miedo y la desesperación de algunos personajes. Creo que, al menos una vez a lo largo de los días que te lleve leer el libro, resulta inevitable cerrar los ojos y probar a desenvolverte por casa sin ver.

Cuando la acabas experimentas una sensación de alivio, pero perdura un atisbo de miedo. La idea de que cualquier accidente de ese tipo pueda derrumbar todos los cimientos de nuestra sociedad, reducirnos al salvajismo, a meros animales -peor aún, a animales desvalidos, que han de aprender a vivir, algo tan simple como suplir las necesidades básicas en una naturaleza implacable-, resulta altamente perturbadora. La novela, muy recomendable.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

comunismo vs capitalismo, brrrr

Anónimo dijo...

Me gustó bastante esta novela, aunque se hace un poco extraño el peculiar estilo de Saramago, sobre todo al principio. Aunque luego lees otras novelas suyas, ves que están escritas igual, y te haces a ellas.

En cuanto a mi frase favorita: cuando el líder de los ciegos extorsionadores le dice a la mujer del médico que no olvidará su voz, y ella le responde que no olvidará su cara... genial xDD

Anónimo dijo...

tiene buena pinta..
que es de tu vida?