Cuando te arrancan tres quintas partes de ti te vuelves como un muñeco de felpa. Al menos las entrañas se vuelven de felpa. El resto del cuerpo, los hombros cargados, el cuello petrificado, las piernas ancladas, prefieren el cuero por su rigidez. No podía dejar de mirarte mientras caminabas calle abajo sin mirar atrás. La cortina de agua se hacía más espesa a cada momento. Tu figura se balanceaba al son de los pasos. Tu vaivén se me antojaba frenético. Dos modestas maletas pendían a ambos lados absolutamente coordinadas. Yo sólo veía aquellos bultos y la funda de la guitarra que se agarraba con fuerza a tu espalda para no caerse. Hacía mucho tiempo que existía aquella barrera. Me temo que existirá siempre y la olvidemos mirando hacia otro lado. Recuerda sólo los momentos agradables, era así, ¿verdad? Nunca me había dado por dominar un instrumento. Pero me fascinaba verte tocar. Me cautivaba aquel talento que me resultaba tan extraño como se te aparecían a ti todas esas ecuaciones que guardaba en la mesita. Tus dedos acotando las cuerdas con precisión. Echaré de menos tantas cosas… Entonces sólo veía la guitarra. Pero luego vino el olor, olvidado hasta entonces por los pasillos de la casa. Después los libros dedicados, y las fotos. Las fotos. No recomiendo a nadie regocijarse en los recuerdos justo después de romper. Si no dispones de la rabia necesaria para quemarlos te limitas a tirarlos, o a dejarlos caer, y tumbarte sobre la cama. Y la cama, obviamente, es el peor sitio de la casa para quedarte y tender tu capullo antes de que sea demasiado tarde.
3 comentarios:
Este texto me ha convertido en chica de pocas palabras... Me ha encantado, expresa los sentimientos perfectamente...
se que me echas en falta, pero no es para tanto xD
pd. de escribir esto a una torrida novela romantica solo hay una delgada linea, cuidado
No entiendo muy bien si tienes mal de amores o realmente echas de tanto de menos a santi..
me estoy empezando a mosquear, jjej
es broma
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