martes, septiembre 26, 2006

Oda a los pimientos.

Ayer mi padre me trajo una bolsa con doce pimientos rojos bastante generosos de la Fiesta de los Pimientos de Castilla, que al parecer celebraron este año pasada por agua. Y me dije, ya que odio tanto a Shin Chan por su mal gusto ¿por qué no dedicar un espacio en el blog a mis apreciados pimientos? No sólo me encantan, sino que son todo terreno, como quien dice. Puedes freírlos, asarlos, cocerlos, rellenarlos o simplemente comerlos crudos. Y con todas las opciones se me hace la boca agua. Por esto algunos me tildaran de estrafalario, pero soy capaz de comerme un pimiento a mordiscos como si se tratara de una de esas sabrosas y exquisitas manzanas verdes, con la diferencia de que no acabaría con las encías resentidas.

Por eso ahora -justo cuando traigo una fartura de agárrate, como se diría por aquí, de pimientos rellenos de carne- invito a todos desde este blog, pequeños/as y mayores, hombres grises, engendros, Gudrilkjas y demás fauna. Al lector en general. A que acompañen sus comidas con este entrañable vegetal.



1 comentario:

Anónimo dijo...

Psss, fritos y poco mas, yo estoy peleao con lo verde en general. Pero he de reconocer que una fuente de patatas, berenjenas y pimientos fritos... grrrrrr, se me hace la boca liquida.