domingo, marzo 24, 2013

La ridícula idea de no volver a verte.

He de decir que no sabía muy bien qué me iba a encontrar en este libro. Había leído algunas cosillas a Rosa Montero en las redes sociales. Sabía que era un texto que hablaba sobre Marie Curie, sobre la superación y la pérdida, sobre la vida. Y también que tenía muchas ganas de leerlo. Si ya había mostrado interés antes, creo que explotó cuando me enteré de cómo se iba a titular. La ridícula idea de no volver a verte, la naturaleza absurda de lo inconcebible.

Para entender mi fascinación al respecto, es necesario comentar que hace dos años la autora me ganó para la causa con el arranque de Lágrimas en la lluvia. Allí supo reflejar lo que apenas sabría llamar; tal vez —vagamente— una seducción romántica por la muerte. Pero no me malinterpretéis. No se trata de un arrastre obsesivo y destructivo, sino de una especie de reparación. Mantiene la dosis de angustia justa para hacer comprender la gravedad del asunto con estremecedora precisión, pero canaliza a través de las inquietudes de sus personajes diferentes formas de sobrellevar nuestra cualidad de mortal. Es la mirada que le dedica a la muerte quien desea vivir intensamente. Con esa desesperación, con esos tintes trágicos que se vinculan siempre a los seres pasionales.

Con esta ¿novela? —no, no es una novela— podrás satisfacer tu curiosidad por la figura de Marie Curie, conocer a grandes rasgos los episodios de su vida; pero a pesar de ofrecer datos veraces, el texto tampoco es una biografía. La autora instrumentaliza la vida de Curie para tratar los temas que le inquietan, tendiendo un puente entre ella y la descubridora del radio. Parte de un punto de inflexión, el momento en que Pierre Curie muere aplastado por un carro y Marie se queda sola en el mundo con dos niñas pequeñas y su anciano suegro. Es un libro muy personal donde se habla en tono cercano, casi de confidencia, y toca, además de los temas existenciales a los que acabo de aludir, la lucha por hacerse un lugar en el mundo más allá del que debe ocuparse —siendo mujer especialmente—, el dolor y la memoria, el rebato del amor, la belleza en la desdicha, el diálogo entre hombres y mujeres, la herencia de los padres.

Mi experiencia personal me ha llevado desde una desconfianza inicial, motivada por la vaguedad de las primeras páginas y una percepción morbosa frente a la intimidad desnuda que me resultaba desagradable, al entendimiento primero y a la admiración después por haber reunido el valor necesario para publicar un texto semejante. Mérito de la autora que merece la pena señalar.

1 comentario:

Síndrome Coleccionista dijo...

A mi el titulo también llamó poderosamente mi atención. La muerte es algo tan doloroso, que creo que quien pueda escribir sobre ella como tu has descrito, verdaderamente se merece publicar un libro que intuyo merece la pena comprar...:)