domingo, noviembre 06, 2011

Lágrimas de luz.

La humanidad vive su Tercera Edad Media entre las estrellas. La Corporación ostenta el control económico y político en un sinfín de mundos, habla en nombre de todos los seres humanos del Universo y encarna la idea de progreso. Por su causa batallan millares de soldados que arrasan sin piedad cualquier forma de vida que encuentren, integrando nuevos planetas a la cadena de producción. Los poetas se suman a la tripulación de las naves de la cruzada para componer los cantares de gesta que divulgarán las hazañas de los guerreros a lo largo y ancho de sistemas enteros. Los ciudadanos malviven en sus mundos arrobados entre todo tipo de drogas e incentivos sexuales. Versos de exaltación y mentira inundan la atmósfera almizcleña de los prostíbulos mientras todo atisbo de rebelión es aplastado.

La cortina de humo donde se difuminan los sueños es un estómago lleno, una mente desentrenada y un cuerpo apetecible con el que copular hasta el cansancio. Así de simple. Nosotros tenemos pan y juegos, y la Corporación a cambio nos tiene a nosotros. Perfecto, planificado y diabólico.

Lágrimas de luz. Rafael Marín.

Rafael Marín nos ofrece en Lágrimas de luz, una novela del año 1984, un futuro tan desolador como radical. Aunque a mi juicio lo más significativo es, sin duda, el hecho de que, lejos de resultar irreconocible, contiene innumerables elementos familiares. La Corporación ofrece todas las características que, de una manera u otra, asociamos a un sistema autoritario, como el expansionismo, una cabeza visible, el empleo sistemático de la fuerza, el control de la información o la persecución política. El contacto cultural se afronta belicosamente, brindando oportunidad únicamente al conflicto y mantenido por una ideología materialista subyacente, que aboga por un control centralizado de los recursos conseguido a través de una descomunal cadena de producción.

Pero lo que para mí es el punto fuerte de la novela es su tratamiento de las emociones humanas. A lo largo de todo el texto se pone de manifiesto una naturaleza contradictoria. Bajo la estructura impersonal de un régimen implacable observamos personas debatiéndose entre sus deberes y sus ideas, soldados que ahogan su culpabilidad en lupanares, campesinos que acuden a espectáculos teatrales para ver parodiados en otros sus inconfesables pensamientos, hombres y mujeres que aborrecen la soledad y sacian su hambre con burbujas de aire. La narración nos zarandea entre los aspectos más brutales de la realidad que presenta y una sensiblería que roza los límites de la lírica. El protagonista es un romántico (de los de verdad, no de los del ramo de flores y la caja de bombones) empedernido que va descubriendo la peor cara de la existencia en una terapia de choque ininterrumpida.

La novela se completa con dos relatos cortos ambientados en el mismo universo, donde se revelan los devenires de algunos secundarios: A tumba abierta y Ébano y acero; en ellos el autor explota esta polarización de su narrativa hasta el extremo.

Como siempre, no pierdo ocasión para realzar las ventajas de leer autores hispanos: de alguna forma se nota que no es una traducción. Lo más sensacional es que Marín tenía veintidós años cuando escribió la obra. Es absolutamente recomendable.

4 comentarios:

Patri dijo...

Hola! Gracias por pasarte por mi blog ^^ que a mí todas estas cosas me hacen mucha ilusión!

Tienes un blog muy interesante, diferente, me gusta :)

P. http://brujuladechocolates.blogspot.com

Sufur dijo...

Coincido contigo en que hay que intentar evitar, en la medida de lo posible, las traducciones. ¡Espero que no lea esto ningún traductor vengativo!

Es curioso, siempre he confundido esta novela con otra de título similar, "muerte de la luz", de George R. R. Martin: un tostón de libro que no recomendaría a mi peor enemigo. Por culpa de esta asociación de ideas nunca le he echado mano a "Lágrimas..."... Tendré que ponerle remedio.

Leralion dijo...

@Patri: Gracias a ti. :)

@Sufur: Con "Lágrimas en la lluvia" y "Lágrimas de luz" este año ya tengo suficientes lágrimas. El de Martin no lo he leído, pero no inspira mucha confianza. Si quieres te presto el libro cuando vuelva a Santander. :)

Mi casa de juguete dijo...

Lo apunto a mi lista de libros pendientes de leer! Gracias por la recomendación :)

Buen fin de semana!