Ayer era tanto un día de celebración en este blog como de balance y rememoración; pues, se dice pronto, llevamos ya cinco años soñando con Marte. Sin mayor pretensión que servir de refugio -un sitio tranquilo-, ha dado cabida a más de ciento setenta entradas; que, aun siendo pocas, suponían un número impensable cuando plasmé las primeras pinceladas con tinta naranja sobre un cuadro que ha ido cambiando desde entonces sin cesar. Lo cierto es que no parece demasiado tiempo cuando uno lo tiene en la boca, pero se dilata hasta límites imprecisos cuando lo lleva a la mente y recuerda todo lo que ha pasado en estos sesenta meses. Después de todo, son los hechos (junto a su repetición, la rutina como bálsamo) los que dan cuerpo al tiempo, dándole peso, haciéndolo más denso, otorgándole el poder de mover las cosas de sitio; su efecto es el mismo que el de una visita entrometida, el de un intruso en nuestra casa que revuelve los utensilios de cocina que encontramos más tarde en los rincones más insospechados. Yo nunca habría colocado esto ahí, pensamos con desdén; pero, cuando es el tiempo quien entra en nuestra casa, nos desmentimos nosotros mismos porque, con la excepción acaso del polvo que deja, no es posible volver a dejar las cosas donde estaban, porque no sólo se han cambiado de lugar, sino que los lugares no son los mismos: ese cajón no se abre, aquel estante no estaba o la puerta bajo el fregadero era más grande. Aunque reconocible, nada es ya como era. El intruso ha entrado al galope en el jardín, pisoteando las flores y levantando la tierra; incluso el polvo que levanta, ya no tan inocente, es difícil de sacar de los recovecos más huraños.
5 comentarios:
¡Muchas felicidades!
Vaya. ¿Ya cinco años? Qué perseverencia, te felicito.
Feliz cumple pues. Ya te he superado en visitas, pero boh, más de la mitad de los que vienen a mí lo hacen buscando porno y pokémon...
¡Felicidades! Ehorabuena, y que cumplas muchos más :-)
Gracias a todos por seguir leyendo y comentando después de tanto tiempo.
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