Me dormí pensando en el cuento del profesor de física que engaña a su esposa y llega a la casa a las tres de la madrugada con la ropa arrugada, el cabello revuelto y la corbata desanudada. Cuando entra al dormitorio en puntas de pie, se enciende la luz. “¿Dónde has estado?”, le pregunta la esposa, a lo que él responde poniendo cara de inocente: “Salí de juerga con mis amigos y, bueno, perdí dinero en una partida de póquer y estuve con una mujer”. “No me mientas! ¡Otra vez te has quedado trabajando en el laboratorio!”
Un universo diferente. Robert B. Laughlin.
Robert Laughlin resalta en este libro la importancia de los fenómenos de organización y afirma que hemos entrado en una nueva era de pensamiento científico en la que la emergencia ha reemplazado al paradigma reduccionista. Para mayor comprensión y disfrute del lector acompaña sus argumentos de una serie de entretenidas anécdotas y buen sentido del humor.
La postura reduccionista es a la que quizá estemos más acostumbrados la mayoría de aficionados. La idea de que los fenómenos tienen sus causas en unas leyes fundamentales de la naturaleza válidas en cualquier situación y de las cuales deriva cualquier comportamiento. Es el fin último de nuestros científicos el obtener una teoría ideal y universal que unifique y explique todos los problemas. La que quizá nunca se llegara a formular debido a limitaciones técnicas o biológicas que nos impidan recrear situaciones que no se dan a nuestro alcance. Y por descontado no sería falsable.
Es además una postura cómoda. El pensar en una realidad platónica de las matemáticas alienta, digamos, a nuestro sentido de la estética. Aparece bastante seductora la posibilidad de inducir apócrifamente una realidad mística a los resultados escribiendo una ecuación usando la notación más compacta posible por muy difícil, si no imposible, de resolver sea.
La postura de la emergencia de fenómenos choca directamente con esta noción de la realidad y hace que parezca ingenua. Los comportamientos de la materia no podrían deducirse de una sola ley natural, pues son el resultado de órdenes superiores de organización en los que las leyes que habíamos llamado fundamentales son irrelevantes, aunque no falsas por ello. En ese sentido se habla de que los fenómenos emergen, pues no son deducibles a partir de las leyes de lo microscópico.
Esto acaba resultando muy interesante, pues podemos ver la propia mecánica newtoniana como un fenómeno de organización. Y no sólo eso, Laughlin pone sobre la mesa ejemplos frescos sacados directamente de las canteras de la física moderna, como la superconductividad a altas temperaturas, la superfluidez, las innumerables fases de la materia o la mecánica cuántica. Y otros muchísimo más sorprendentes, como la luz o el mismo espacio vacío, que podrían resultar ser fenómenos emergentes. La propia vida sería el caso de emergencia más extremo.
6 comentarios:
jajaja, vaya buena la cita. Lo mejor ye que seguro que ye verdá :P
jaja, me gusto me gusto. en un futuro no mientas raul! jaja
umm!! parece apetecible, sí
eres malo ¬¬
¿el qué?¿cómo?¿quién?
Bien hecho. Estás buscando más allá de lo académico. Me recuerda al momento de "Encuentros en la tercera fase" en que los de la NASA dicen "tomamos la iniciativa en la conversación".
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