viernes, febrero 15, 2008

Matadero Cinco.

Si no hubiera pasado tanto tiempo estudiando a los terrestres –explicó el tralfamadoriano-, no tendría ni idea de lo que significa “libre albedrío”. He visitado treinta y un planetas habitados del universo, y he estudiado otros cien. Sólo en la Tierra se habla de “libre albedrío”.

Matadero Cinco. Kurt Vonnegut.

Durante la Segunda Guerra Mundial, Kurt Vonnegut fue hecho prisionero por los alemanes. El fatídico 13 de febrero de 1945 se encontraba en Dresde. Sobrevivió al bombardeo de los Aliados refugiado en el almacén subterráneo de un matadero. Años después decidió escribir un libro sobre el tema: Matadero Cinco. No se podría decir que sea un tratado estrictamente autobiográfico, pues combina episodios realistas de la guerra con alienígenas y viajes en el tiempo. La verdadera genialidad del libro reside en la facilidad para pasar de unos temas a otros, salpicándolo todo con una chispa de humor cínico.

A lo largo de la obra, el narrador nos habla de la vida de Billy Pilgrim, otro americano presente en el bombardeo de Dresde y que supuestamente tiene contactos con extraterrestres. Se nos van alternando diversos periodos cronológicamente aleatorios que nos permitirán ir encajando piezas de rompecabezas para, al final de la novela, obtener una visión global. Lo mejor son los giros argumentales de unas piezas que te llevan casi casualmente a otras de las piezas, conectadas bien por objetos, personas o meras conversaciones.

Prosa experimental que da lugar a una sutil crítica social por voz de la guerra, alienígenas, la religión o los escritos de ciencia ficción de Kilgore Trout. Y todo en un tono distendido, sin caer en la atmósfera caótica de los libros de humor absurdo. Un producto peculiar, original y bastante bueno realmente.

Las partes dedicadas a los alienígenas no tienen desperdicio:

En otros tiempos hemos vivido guerras mucho más horribles de lo que pueda imaginarse. No hay forma de contarlas, de manera que nuestra reacción es no pensar en ellas. Las ignoramos. Nos pasamos la eternidad viendo tan solo los momentos agradables.

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