miércoles, septiembre 12, 2007

Ahorre para la Universidad.

Hace unos meses la culminación de una serie de actos correspondientes a mi lado crápula que no vienen al caso me obligó a comprarme unos cristales nuevos para mis gafas. Cuál fue mi sorpresa cuando me enteré de que unos cristales idénticos a los que llevaba —orgánicos, con un tipo determinado de antirreflejante y con disminución de espesor— en el mismo establecimiento donde los había adquirido apenas diecisiete meses antes me costarían un 50% más caros. Y como tampoco están tirados no hablamos de calderilla. Admito que esto pueda considerarse un lujo, podríamos perfectamente estrellar sendas botellas contra un objeto lo suficientemente contundente e inútil y colocarnos los culos entre el mundo y nosotros.

Pero ya no hablamos de los problemas de vista de un colectivo que sin duda habría sido tragado por la implacable vorágine de selección natural de no ser por la sociedad altruista que hemos construido, sino ya de la educación que sostiene a esta sociedad. Con éste hacen ya cinco los años consecutivos en los que me he matriculado en la Universidad de Oviedo. En todas las ocasiones figuraron del orden de 60-62 créditos de primera matrícula y en todo este tiempo la diferencia entre la primera y la última ha sido de unos 150€ o, lo que es lo mismo, un 25% más cara. Aún así, he de agradecer que se me conceda una beca, pese a no ser la del MEC, para poder sufragar esta desorbitada inflación; ya que a mis padres (principales perjudicados en este caso) no se les hace una revisión salarial desde hace uno y tres años respectivamente.

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